La Campanita del Cura
La escena es más o menos así: la sala de cine pueblerina esta vacía, excepto por un viejo, que maneja el proyector, y el único cliente, el cura del pueblo. El viejo esta equipado de un lápiz y tijeras. El cura, de una campanita. Y empieza la función.
Y a medida que pasa la película, va sonando la campanita. «tilin, tilin». Mucha pierna mostró una muchacha. Y el viejo marca en la cinta donde después pasará la tijera. «Tilin, tilin». Debe ser ese beso en la boca. «Tilin, tilin». Una grosería. El viejo menea la cabeza mientras marca el negativo.
Me he acordado mucho de esa escena de Cinema Paradiso estos días. El curita de pueblo chico, ignorante y represivo, guardián de la moral, decide lo que vale y no mostrar en la pantalla.
Y uno pensaría que esas cosas son de las películas. Que a estas alturas sabemos mejor. Que ya somos adultos y no necesitamos supervisión de nadie para decidir que vemos o no en televisión.
Pero esos personajes existen fuera de las películas. Vivitos y coleando en el Chile de hoy. Dos ejemplos: Los Honorables diputados Marcelo Forni y Jorge Sabaj, que están escandalizados por una serie de dibujos animados, PapaVilla, porque
“atenta contra todas las creencias cristianas, ofendiendo al Papa, a los cardenales, obispos, y la gran mayoría de creyentes católicos, que ven con indignación cómo se satiriza la vida vaticana a través de esta serie de la BBC”
Por suerte que están los honorables al pie del cañon. No vaya a ser que vaya a prender la televisión y me vaya a encontrar conque alguien se esta riendo de… ¡el Papa!¡Los cardenales!¡Los Obispos!. Obviamente, los diputados nunca han visto South Park. O los Simpsons.
Parece que da lo mismo que el programa se transmite por cable, en MTV (que normalmente es un bastión de la moral y las buenas costumbres – ver videos de Britney Spears) y a las 10 de la noche, que si mal no recuerdo es esa hora del día en que adultos con discernimiento pueden usar esa bendita invención llamada control remoto para cambiar el canal si se encuentran con algo que no les guste, y sin moverse de su sillón, irse a la más cercana edición del Club 700 o – si se me permite una recomendación – la ligeramente pornográfica «Secretaria«.
Y ahora, nuestros próceres de la moral le han pedido al Consejo Nacional de Televisión que obligue a VTR a censurar la serie a riesgo de millonarias multas.
«Tilin, Tilin».
P.S: Disfruten: