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Terapia Chilensis y los Blogs

jueves 12 de marzo, 2009

Gracias al artículo en las Curvas y el addendum de Miguel, tuve el dudoso placer de escuchar a Eugenio Tironi discutir con Fernando Villegas y Hector Soto en Terapia Chilensis. Fue un programa realmente mágico. Como un viaje en el tiempo, al 2003, cuando todavía la mayoría de la gente no tenía ni la más pajara idea de lo que es un blog.

Ya Montserrat documentó el clasismo, el sociologismo fácil y la suprema ignorancia ((«¡Hay cientos de blogs!», dice Villegas con autoridad)) que exhibieron estos famosos de los medios criollos. Y como dice Miguel, al centro de esta discusión esta la sorpresa de ciertos personajes públicos sienten cuando descubren que a alguna gente (ex-inquilinos de fundo, como dicen los comentaristas) simplemente no le gusta lo que escriben.

Por otro lado, es entendible que estos muchachos hayan terminado en una diatriba de media hora sobre los horrores de la Internet moderna. Los panelistas – todos de la misma opinión – fueron cayendo en interpretaciones cada vez más torpes,  con Villegas, fuera de control, comparando a los comentaristas de El Mercurio de Nazis en formación y prediciendo el descalabro social que se viene. Ridículo, pero entendible: después de escuchar el programa, queda claro que estos ilustres personajes son demasiado flojos para hacer el mínimo esfuerzo para prepararse para su programa, y se quedan con lo que saben: la sección de comentarios de El Mercurio y La Tercera. Y con la desfachatez que solo se la pueden dar ciertos comentaristas de la realidad nacional, los terapistas deciden extrapolar ese minúsculo conocimiento a toda la red.

Pero en algo tienen razón: ambos medios son una fábrica de trolls, como cualquier persona que  haya visitado esos ilustres medios sabe. Y así, Tironi y Cía. han descubierto lo que cualquier blog muy famoso o organización de noticias sabe: que si los comentarios no se moderan, los blogs sufren un proceso de trolleización ((Obviamente, blogs más pequeños pueden controlar trolls en pequeñas cantidades, y no se requiere mucha moderación.)) , en que poco a poco los elementos más fanáticos, más intolerantes, a los que les gusta discutir con los oídos tapados, empiezan a dominar la discusión y peor, a desplazar a la gente que tiene un interés auténtico en el diálogo. Eso es exactamente lo que ha pasado en EMOL y en La Tercera. Hay que tener paciencia y una sensibilidad a prueba de balas para comentar (que decir escribir un artículo) porque la banda de trolls que habita esos medios se aseguran que el tono sea de insultar al autor para abajo.

Enfrentado con la alternativa de la trolleización o el moderar comentarios, muchos medios han decidido lo obvio, que es usar el botón «borrar» para asegurarse que la conversación tenga un grado mínimo de civilidad. Uno de los blogs del New York Times, por ejemplo, explica a sus lectores las 10 razones más comunes para borrar comentarios, que incluyen:

  1. Le dijiste a alguien que era un idiota, un imbécil, un pelutodo, un tonto, o algo más que no es muy educado. Por favor, nada de ataques personales o insultos.
  2. Usaste vulgaridades. Nuestras reglas prohíben incluso vulgaridades suaves que son comunes en la televisión y en la red. … . Sabemos que la gente habla de esta forma todos los días, incluso en nuestras oficinas, pero ciertas palabras todavía ofenden y provocan rabia a mucha gente, o al menos hace que sea menos probable que volverán a visitarnos. Si no lo dirías en frente de tu madre, un cura o un niño de 5 años, píensalo dos veces antes de decirlo acá. Eso incluye malas palabras disfrazadas o veladas que combinan que contienen letras y símbolos. Ni siquiera lo pienses.
  3. Falta de coherencia o incapacidad de comentar sobre el tema en discusión. La gramática, la lógica, o el deletreo de las palabas estaba tan confundida que simplemente no pudimos entender  lo que estabas tratando de decir, o no tenía nada que ver con el artículo.
  4. Repetición: si mucha gente ya ha dicho algo, por favor no lo digas de nuevo. No re-publiques tu comentario en varios artículos. Y si has publicado en un artículo, dale una oportunidad a otros. Si estás teniendo una discusión extendida con algun otro lector, quizás tendremos que detenerlos si están ahuyentando a los demas.
  5. GRITASTE CON MAYÚSCULAS. OTROS LECTORES CONSIDERAN ESTO MOLESTO.
  6. Tu comentario fue muy largo. No tenemos un límite de palabras pero un ensayo largo y que sigue sin parar le toma mucho tiempo a los moderadores y es una prueba de paciencia para otros lectores.

Y no son solo los medios tradicionales los que tienen una política de comentarios. Boing Boing, quizás el blog más popular del mundo, tiene una política de comentarios llena de mecanismos para deshacerse de trolls. Vale la pena leerla.

Y he aquí, entonces,  el quid del asunto: no es el anonimato, ni el resentimiento de clases, ni la dictadura lo que explica el odio y resentimiento en los medios que ellos leen. El problema es que los medios mismos han creado una comunidad que atrae a esos elementos más intolerantes de la red. Es como si uno instalara un bar, dejara que todo el mundo tomara lo que quisiera, y después se quejara de que el país está lleno de borrachos.

Como primera cosa, entonces, valdría la pena que los terapistas vieran este videíto, para ahorrarles el trabajo de prepararse para su próximo programa sobre los blogs, y para que vean que no es tan terrible la cosa:

Y en segundo lugar, les recomendaría que en vez de angustiarse tanto por lo que significa para el estado del país tener un blog infestado de trolls, llamarán a Agustín Edwards y le pidan que hagan respetar de una vez por todas sus términos de uso.

Y para mis estimados lectores, que debo decir que prácticamente siempre se han caracterizado por dejar comentarios mostrando mucho respeto por el autor y otros lectores, les dejo esta seleccion con lo mejor de Terapia Chilensis (en inglés, lamentablemente):

¿Sabe quien tiene blog ahora?

jueves 09 de octubre, 2008

Linus

Derrotando el Propósito de la Sindicación

miércoles 08 de agosto, 2007

A través del blog de Rodrigo llegué a Zancada, un blog grupal de «cosas de minas». Como en la red las recomendaciones de gente respetable valen oro, me fui a visitar Zancada para ver qué es lo que escriben. Y me encontré con un blog bien hecho y con buenos artículos.

Todo bien. A suscribirse se ha dicho… hasta que llegué a Google Reader. En Zancada, como muchos otros blogs, solo ponen en su RSS parte de sus artículos, y te invitan a » [Seguir] leyendo el resto de la nota en nuestro sitio…». Si solo quisiera leer a Zancada y otros pocos blogs, esto no sería mucho problema. Pero con los más de 300 blogs a los que estoy suscrito y con la lista creciendo todos los días, el tener que visitar cada sitio es poco práctico, por decirlo menos.

Y me pasa con cada vez más frecuencia: cuando me encuentro con una sindicación incompleta, como la de Zancada, me tengo que preguntar si vale la pena visitarlos cada vez que quiero leer un artículo. Y he ahí el problema: no lo sé, porque no los he leído lo suficiente. El RSS incompleto, aunque tentador para el autor porque obliga a los lectores a visitar el sitio (que normalmente tiene la publicidad y otros contenidos), es también una barrera de entrada para el lector de muchos blogs como soy yo.

Cada vez estoy mas tentado a no suscribirme a blogs que tengan sindicación incompleta, a menos que la calidad del contenido haga que ese extra «click» valga la pena. La paradoja, por supuesto, es que es difícil decidir si la calidad lo amerita a menos que uno se suscriba y se de el trabajo de visitar el sitio por un tiempo.

Otra alternativa (la más tentadora) es leer los otros miles de blogs, y ver si Zancada recibe más recomendaciones en el futuro. Tal vez es uno de esos blogs que uno no se puede perder. Por ahora, a esperar a que pongan los artículos completos, y a leer los otros 300 blogs.

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