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Qué Pasa y el Acuerdo Marco

domingo 05 de agosto, 2007

La revista Qué Pasa acaba de publicar un artículo de opinión del académico Carlos Osorio sobre el acuerdo marco (con un débil contrapunto de Angel Jimenez de Luis).

Primero, el artículo propaga un mito conocido:

Por un lado, el gobierno y Microsoft dicen que el acuerdo sólo es un marco de entendimiento en que MS hace una donación a Chile en el contexto de responsabilidad social empresarial y el gobierno se compromete a actuar de contraparte.

¿Pero es esto una donación, cuando se implementarán tecnologías de Microsoft que tarde o temprano requerirán pago de licencias?¿Y considerando que el gobierno se compromete a promover soluciones tecnológicas de Microsoft, y ayudar en su implementación? Interesante es también que Osorio omite elucubrar sobre los costos que conllevan el «compromiso a actuar como contraparte» por parte del gobierno. Tendremos, supongo, que averiguarlo a medida que el acuerdo se vuelva realidad.

Pero no tan rápido, nos dice el Dr. Osorio:

Aquí nace parte del problema. El pacto establece que «nada en este Acuerdo será interpretado como estableciendo una sociedad, joint venture (en Chile, similar a la unión transitoria de empresas), agencia, empleo u otra relación similar entre las Partes» … El acuerdo no obliga a Chile.

Este argumento sigue siendo un misterio para mí. Después de un tiempo (indeterminado) de gestación, la conferencia de prensa anunciando el acuerdo, la firma del ministro en el documento, la defensa del acuerdo en la prensa, etc., ¿hemos de suponer que el Gobierno no tiene intención de cumplir su parte del trato? Eso no suena muy serio.

El artículo continúa arguyendo que el acuerdo fue anunciado, y por lo tanto no hay secreto. Ya contesté este punto, pero vale la pena repetirlo: el publicar el acuerdo es condición necesaria, no suficiente, para considerarlo transparente: es el proceso que lleva a la firma de estos acuerdos el que debe ser justificado, público e incluir a todos los actores relevantes.

El Dr. Osorio insiste en que el acuerdo no implica que el Estado este obligado a usar productos Microsoft. Este punto hay que concederlo, porque nadie le está poniendo una pistola en la cabeza a nadie. Por supuesto (y esto el autor debe saberlo bien), el asunto es más sutil: si una pequeña municipalidad tiene que elegir una solución para un portal en la red, y el Gobierno esta promocionando un producto de Microsoft: ¿Esta seriamente el Dr. Osorio sugiriendo que la dicha Municipalidad no usará esa solución?. Lo mismo aplica a otros puntos del acuerdo.

Y al final, el artículo termina con una lección (gratuita, por suerte) para los críticos del acuerdo:

Esta pequeña tormenta es un botón de muestra de un desconocimiento en el tema que a pocos les pareciera importar. Éste se debe a falta de información, pero, más importante aún, a falta de capacidad y educación para entender tecnología, estrategia y política tecnológica. Lo anterior, unido a la tendencia cada vez más común en Chile de importar la opinología desde la farándula a la política, no augura buenos resultados.

Y el mensaje es claro: debemos entender que las decisiones sobre la estrategia digital del país se las tenemos que dejar a expertos como el Dr. Osorio (que asesoró al gobierno durante la gestación del acuerdo), y que de las cientos de opiniones y reacciones que ha generado el acuerdo no se puede sacar nada en limpio: es farandulismo. Porque no solo somos ignorantes, nos dice este académico, sino que tampoco tenemos la «capacidad» y la «educación» para entender estos temas.

No tengo duda de que el Dr. Osorio es un excelente profesional y que su experiencia nos será muy valiosa a medida que definimos nuestra estrategia digital. Pero creo su artículo traiciona una forma de entender la política pública en que las cosas se hacen a puertas cerradas, despreciando las opiniones de los ciudadanos comunes y corrientes, y asumiendo que un pequeño grupo de tecnócratas, burócratas y empresarios pueden decidir por el resto de nosotros. Esperemos que el Congreso entienda este punto mucho mejor.

Microsoft, el Registro Civil, y la Privacidad

sábado 04 de agosto, 2007

En entrevista con Microsoft, Christian ha obtenido más detalles sobre la forma en que se implementará el famoso Domicilio Digital. Cito de su artículo (mis notas en negrita bajo los puntos que menciona Christian):

«¿Cómo trabajaría[n otros sistemas usados por Microsoft], aplicado[s] al “Domicilio Digital” del Registro Civil? Aunque no está definido 100%, sería algo así:

1. El Registro Civil genera para cada chileno dos campos adicionales en su ficha de identidad: nombre de usuario y una contraseña temporal.

Lo más preocupante de esto es que si se implementa, el Registro Civil tendrá en sus registros el usuario que conecta a cada ciudadano Chileno con una cuenta de email, blogs, etc etc. Incluso en el caso en que el RC no tenga acceso a la contraseña definitiva, ¿Por qué tendría que guardar un registro del nombre de usuario junto con otra información privada?¿Si el usuario pierde la contraseña, quién la reemplaza, Microsoft o el RC?

Adicionalmente: ¿Cuanto costará el tiempo y recursos para actualizar la base de datos del RC, y su mantención?

2. En un proceso que debe definir el Registro Civil -por ejemplo al obtener o renovar la cédula de identidad o pasaporte- se ofrece al usuario la posibilidad de acceder a una casilla. Si éste acepta (opt-in), ambos datos –no otros– son enviados a Microsoft para crear una cuenta.

Esto es bastante ingenuo. Prácticamente ningún servicio en línea permite crear una cuenta sin dar información personal, como nombre, apellido, país, etc. Tal vez el Registro Civil no enviará los datos, pero sin duda Microsoft los obtendrá tarde o temprano.

3. La casilla de correo tendrá un dominio nacional -por ejemplo, christian_leal@chile.cl- no un dominio de Microsoft (esto incluso figura en el acuerdo).

A ver: emails, blogs y otros datos estarán almacenados en formatos y servidores de Microsoft, ¿o estoy equivocado? Si el gobierno mantiene control sobre el dominio y decide que ya no le cae bien Microsoft: ¿Quién paga por migrar los datos de 15 millones de personas a nuevos servidores, con otros servicios? ¿Habrá escuchado el gobierno el concepto de «Vendor Lock-in«?

Y si el gobierno mantiene control sobre el dominio: ¿Nos debería preocupar que un gobierno (de la tendencia política que sea) tenga la llave de acceso a las actividades e información privada de millones de ciudadanos?

4. Las casillas de e-mail podrán accederse vía POP, es decir, saltarse la interfaz Web para usar Outlook, Eudora, Thunderbird o cualquier otro programa de correo electrónico.

¿Que pasa con blogs, la información en Live! y otros servicios nombrados en el acuerdo?¿Proveerá Microsoft un mecanismo para poder descargar todos esos datos de sus servidores? Se aceptan apuestas.

5. Si en algún momento el Gobierno desiste de continuar el servicio con Microsoft, las casillas pueden ser traspasadas a cualquier otro proveedor, por lo que no se pierden datos.

Repito: ¿Que otro proveedor? Microsoft usa formatos cerrados y sin documentación para muchos de sus servicios. ¿Como se haría esta migración?¿Quién la paga? ¿Se compromete Microsoft a almacenar todos los datos en formatos abiertos o usando estándares abiertos que permitan la migración de estos datos?

6. El usuario puede recibir información comercial de Microsoft, pero podrá bloquearlas si así lo desea (no habrá espam).

¿Esta el gobierno seriamente considerando permitirle a Microsoft usar el «Domicilio Digital» como una máquina publicitaria?

Los ejecutivos señalaron que Microsoft tiene un protocolo claro en torno a la privacidad y seguridad de los usuarios (muy bien resumido aquí), e incluso más estricto que el de Google.

Adicionalmente, seríamos el primer país del mundo donde este modelo se implanta a nivel nacional.»

Después de aprender un poco más sobre el domicilio digital (la información cae a gotas), queda más claro que esta es una idea que debería ser abandonada completamente. Todavía no queda claro que ventaja obtiene un ciudadano común y corriente con este nuevo sistema, especialmente dado ya existen soluciones tan buena so mejores que las de Microsoft y que no requieren intervención alguna del gobierno o involucran riesgo alguno a la privacidad. Y secundario, aunque importante: este «Domicilio Digital», arriesga convertirse en un gasto innecesario para el Estado Chileno (o sea, usted), en el que formamos una alianza tecnológica con Microsoft que no podremos abandonar sin enormes gastos de migración.

Al final, Christian apunta que Chile sería el primer país del mundo donde se implantaría este modelo. La razón es tristemente evidente: en la mayoría de los países democráticos del mundo y donde la estrategia digital se toma en serio, Microsoft tendría que hacer bastante más que poner en la mesa un par de millones de dólares para lograr que un gobierno firmará un «acuerdo» (recuerde, no es contrato) como éste.

Parece que hay bastante material para el miércoles.

¿Quién le teme al Microsoft Feroz? (José Piquer)

jueves 02 de agosto, 2007

(Nota: El profesor Piquer accedió  a publicar aquí una versión extendida de su artículo en la Tercera sobre el acuerdo marco)

Por José Piquer, Profesor Asociado, Depto Ciencias de la Computación Universidad de Chile

Estos últimos días ha ocurrido un fenómeno de movilización digital que no recuerdo haber visto nunca en Chile: los blogs se llenan de discursos ideológicos, se proclaman manifiestos incendiarios, un amigo declara que hay héroes locos en las barricadas digitales y otros llaman a un golpe de estado digital porque el gobierno nos ha vendido al mismísimo demonio. Más sorprendente aún, este movimiento ha sido percibido por el mundo «tradicional»: los políticos, las empresas y los medios han escuchado esas proclamas y han reaccionado, con comunicados y respuestas oficiales, tomándose muy en serio esta reacción.

Todo debido a un hecho más bien trivial: alguien publicó el texto del acuerdo firmado el 9 de mayo entre el Ministerio de Economía y Microsoft, que en su momento había tenido una mínima cobertura de prensa e interés.

¿Por qué tanto escándalo? El acuerdo en sí no es más que una larga enumeración de áreas (11) en que Microsoft y el gobierno cooperarán para ayudar a desarrollar la cultura digital en Chile, como educación, seguridad, pymes, etc. Algo que se venía haciendo hace tiempo, sin demasiada polémica.

Probablemente lo más polémico del acuerdo es la intención de desarrollar un «domicilio digital», con espacio para que cada ciudadano tenga su cuenta, mail e identidad. Es algo así como la campaña de «un hosting para Chile». La idea es que sea el espacio favorito de interacción entre los ciudadanos y el gobierno, para lo cual se requiere autentificar a los chilenos y una cooperación con el Registro Civil.

Esto se entendió como que los datos de todos los chilenos iban a ser entregados a Microsoft y que ellos iban a operar nuestras plataformas digitales. Además, todo el resto de la cooperación se basa en software Microsoft, lo que también se percibe como un intento de usar al gobierno chileno para promover sus herramientas. En definitiva, estábamos siendo colonizados por el Monstruo del Norte.

Si este acuerdo se hubiese firmado con otra empresa, digamos HP, Sun, Apple u Oracle, yo apostaría que no hubiese generado este pánico. Porque el miedo y el rechazo lo genera Microsoft, no el acuerdo mismo.

La verdad es que Microsoft se ha ganado su reputación. Siempre ha jugado el rol del «malo» en la industria de las tecnologías de la información. Ha llenado el mercado de soluciones mal hechas y que fallan en forma sistemática, siempre ha copiado las innovaciones que han hecho otros, ha ignorado a las Universidades y centros educacionales, ha creado y dirigido asociaciones anti-piratería aterrorizando PYMEs y, finalmente, ha dominado el mercado en forma incuestionable por más de 20 años. Cuando uno posee el 90% del mercado, no hay mucha motivación para ser amable.

Pero igual que en los dinosaurios y los mamíferos, o en David y Goliath, la vida no siempre es fácil para los poderosos gigantes. Después de tantos años, Microsoft ha creado una generación de enemigos y desconfiados, que hoy se levantan en armas para oponérsele. No solo eso, también ha logrado que todo el resto de la industria termine apoyando el uso del arma más poderosa que se ha inventado en su contra: el Open Source. Porque lo único realmente innovador que inventó Microsoft fue el concepto de vender el software, y venderlo cerrado, en cajitas negras que se instalan sin saber lo que realmente hacen. Cuestionar ese modelo de negocios y reemplazarlo completamente es la amenaza más grande que Microsoft enfrenta hoy.

Finalmente, Microsoft mismo ha terminado aceptando este problema, y está actualmente en una campaña de ser «bueno». En todas partes del mundo está cooperando con las Universidades en investigación y con los gobiernos en alfabetización digital y está dedicando un gran esfuerzo de relaciones públicas para mejorar su pésima imagen frente al público. El acuerdo firmado con el gobierno chileno se enmarca dentro de esa política.

Entonces, ¿realmente es peligroso el acuerdo firmado? Yo creo que sí. La redacción ambigüa de algunas partes permite interpretaciones, y quedamos en manos del gobierno para velar por la privacidad de nuestros datos y la apertura de sus sistemas. Si no existe una preocupación constante por cuidar estos aspectos en las implementaciones concretas de los sistemas, corremos serios riesgos de que estas acciones sean mal usadas y aprovechadas por Microsoft. Por otro lado, la liviandad con que fue firmado este acuerdo, que parece haber sido muy revisado por abogados pero por ningún técnico, es un indicador de la poca conciencia que existía en el gobierno de estos riesgos.

Afortunadamente, la movilización digital está logrando garantizar que las autoridades se mantengan atentas a estos temas, por lo que creo que los principales riesgos fueron controlados. El solo hecho que se hayan visto obligados a sacar declaraciones públicas y generarle explicaciones a la comunidad ya muestra una presión y creo que también determina un futuro en que no se firmarán acuerdos de este tipo sin pensarlo mucho antes. La ejecución de este acuerdo estará ahora sometida al escrutinio público y deberemos mantener un activismo digital permanente.

Lo que me complica hacia el futuro es que no estoy seguro de cual es la visión que el gobierno tiene de Microsoft. A veces parece que lo tratan como una potencia extranjera con la que están firmando un Tratado de Libre Comercio. Otras, parece que lo ven como una fuente de recursos económicos. Y otras, parece que creyeran que le pueden subcontratar la informática del gobierno. Curiosamente, nunca lo ven como una empresa proveedora de software, con la que debieran negociar un buen precio por las licencias en el sistema público.

Me gustaría estar más convencido que el gobierno entienda que Microsoft no es una empresa cualquiera. Y que debería estudiar con lupa y negociar muy bien cualquier actividad que realice con ellos. Microsoft es el depredador dominante, y uno no firma acuerdos livianos con esos seres.

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