Cuando la ex-ministra de Educación, Yasna Provoste, decidió defender su cargo con una lamentable exhibición pública donde trato de convertirse en un mártir de una acusación Constitucional iniciada por la derecha, pronto se hizo evidente que la estrategia, que descarriló cualquier discusión seria de los méritos reales de la acusación, había fracasado. Al final, Provoste quedó con pocos amigos y sin su cargo, y el resto de nosotros quedamos con la sensación de que alguien – ¡de nuevo! – había confundido a Chile y sus instituciones con una república bananera.
Estos días, parece que el espíritu que se apodero de la ex-ministra se ha infiltrado en la sede de la Sociedad Chilena del Derecho de Autor. La revelación de un acuerdo privado entre la SCD y el Ministerio de Cultura mediado por la SegPres y las críticas desencadenadas en la red han hecho que esta organización se comprometa aún mas a cambiar los términos de la discusión desde los méritos del proyecto a oscuras teorías conspirativas y acusaciones histéricas contra los que se oponen al acuerdo.
Parece que esta provostización esta acompañada por una pérdida notable del sentido de la ironía. En un artículo publicado en el sitio creado por la SCD para la ocasión, Juan Guillermo Tejeda muestra su enojo contra los ordinarios que tienen el mal gusto de infiltrar su internet:
Otra cosa muy distinta es lo que podríamos denominar el florecimiento del lumpen digital. Quienes pertenecen a esta turba… adoptan un lenguaje irreflexivo y a menudo soez; no tienen el menor reparo en ensuciar el honor de otras personas, casi siempre sin dar la cara… hacen ver que discuten o conversan, pero lo cierto es que no creen en el diálogo ni se interesan por escuchar… patean el tablero y hacen fouls porque no creen en rayado de cancha alguno… disfrutan más con las descalificaciones que con los argumentos…
Copiaría más del artículo, pero como con citar esto ya estoy bordeando en la ilegalidad de acuerdo a la ley actual, baste decir que la diatriba continúa. Tejeda, sin arrugarse, habla de una turba y pretende dar lecciones de civilidad, olvidando parece que en los últimos meses el lenguaje irreflexivo frecuentemente ha sido usado por él mismo, acusando a los proponentes de la reforma a la LPI de comunistas, de una campaña para destruir a los artistas, y creando en el camino una mitología completa alrededor del proyecto de ley. Todo esto, mientras tras bambalinas la SCD presionaba al Ministerio de Cultura por un acuerdo al margen de la mesa de diálogo que se había instaurado para discutir y buscar consenso para la nueva ley. Así con el rayado de cancha. Al parecer Tejeda se olvida que escribir de corrido no es sinónimo de saber dialogar.
Tejeda es también uno de los fundadores de The Clinic, ese monumento glorioso al lumpen analógico que nos hace reir regularmente y que seguro lo espanta por su falta continua de respeto y su lenguaje irreflexivo y soez. El mismo The Clinic que es también un ejemplo perfecto de la remezcla y uso legítimo de la cultura que nos rodea, pero que pone al pasquín favorito de muchos en el territorio de lo ilegal, tanto con la ley actual como con la versión bastarda de la nueva ley que promueve la SCD.
Y aunque hay otros miembros de la SCD actuando como adolescentes, la guinda de la torta la ha puesto Denisse Malebrán. A los lectores de Quemarlasnaves y Super45 poco nos puede sorprender lo que sale del cerebro de la Secretaria General de la SCD (que a menudo contradice las posiciones oficiales de la institución que representa), pero en los últimos días se ha superado a sí misma: así, se enfurece Malebrán contra aquéllos que tienen la audacia de «encabezar iniciativas contra esta ley», aunque queda clarísimo que lo que ella quiere decir es «encabezar iniciativas contra nuestras iniciativas contra esta ley». Y más aún, utiliza la recepción que le dieron en el Ministerio de Cultura para acusar agresiones y otras leseras contra Claudio Ruiz*, que para sorpresa de muchos – incluyendo, sin duda, a su ejecutivo de cuenta – al parecer es el millonario ejecutivo de una empresa extranjera y malvada (¿ACME Corp.?).
Y esta provostización, esta trivialización de la discusión que encabezan Tejeda y Malebrán, vacía de argumentos, intentando crear una imagen de víctima y sin prueba alguna de esas supuestas mentiras que aquéllos que nos oponemos a las propuestas de la SCD estamos, supuestamente, difundiendo. Pero el sucio secreto de esta estrategia es que ocasionalmente funciona: nada le favorece más a la SCD que que los que nos oponemos a sus propuestas nos olvidemos de nuestros sólidos argumentos y en vez caigamos en el juego de distorsiones e insultos personales que parece forman el núcleo de la estrategia comunicacional de la SCD.
En vez de imitar esa profunda falta de respeto que el Ministerio de Cultura y la SCD han mostrado por el proceso democrático – el primero cediendo a las presiones de la SCD para abandonar el diálogo en el Congreso, y la segundo por hacer que cualquier comunicación fuera de las aulas del Congreso (ya lo han logrado dentro) se haga imposible – deberíamos enfocar nuestros esfuerzos en denunciar la hipocresía y las contradicciones de la SCD y reafirmar los argumentos que llevaron a proponer el proyecto original – el que la SCD opuso – y hacerle ver a la Ministra Urrutia que acá hay una sociedad amplia que también merece derechos.
(*Full disclosure, como dicen los gringos: Como muchos de ustedes sabrán, Claudio es buen amigo mío y co-AUTOR de CircoBit, el Cometa Halley de los podcast criollos.)