Crónicas Marcianas I: The Electric Dance
(Hace un par de meses aparecieron aquí y en QLN una serie de artículos tratando de aclarar que es el Derecho de Autor, y porque es una pésima idea poner esos derechos en la misma bolsa con Patentes y Marcas y llamar al engendro resultante «Propiedad Intelectual». En estas «Crónicas Marcianas» les contaré de ejemplos de la vida real en que gente que confunde sus derechos con «propiedad».)
En 1976, el coreógrafo Ric Silver creo un baile llamado «The Electric Slide«, que tiene nada menos que 22 pasos deben ser ejecutados con precisión. Silver, nada de torpe, se apresuró a registrar el baile y por lo tanto.
Y resulta que además de ser el peor diseñador web de la historia (no se pierdan al hombre araña bailando «the slide»), Silver es un purista: si hay una cosa que le enferma es que alguien baile «The Electric Dance» sin seguir sus instrucciones (ver por ejemplo el instructivo video en YouTube, o este otro, que esta notable). O sea, odia a la gente que no puede bailar como es debido.
Y Ric, como cualquier persona en su (in)sano juicio, decidió usar el poder de Google y YouTube para encontrar a todos estos piratas bailarines, que se han atrevido a ejecutar su obra sin su bendición, y pedir compensación económica o que bajen los videos de sus sitios. La duda que me asalta es: ¿Si soy suficientemente malo para bailar, y no puedo bailar ni uno de los 22 pasos, todavía me puede demandar este renacuajo?
Con la DMCA estadounidense, sitios como YouTube tienen poca alternativa si reciben quejas tan ridículas como las de Silver. Y aunque sus demandas judiciales fallen, aún así cumplio parcialmente su objetivo: el que personas comunes y corrientes no puedan hacer uso legítimo de la cultura que los rodea. Y así es como terminamos en situaciones en que no somos dueños ni de los movimientos de nuestros propios pies.