sábado 19 de mayo, 2007

El precio de lo digital: ¿echaremos de menos las portadas?

Por esas cosas de la vida, me cambio de casa por cincuentésima vez. Y aunque he arrastrado por medio mundo una de mis posesiones más preciadas, mis cassettes (!!) y CDs , el otro día, mientras miraba las pequeñas torres con la música acumulada de toda una vida, tuve que admitir que hay pocas razones para seguir preservando discos de plástico y rollitos de cinta a donde sea que me lleve la vida.

Estos días la decisión parecería obvia. Entre el iPod y múltiples respaldos, mi colección ocupa una fracción del espacio y con una calidad que solo un murciélago podría distinguir. Pero si regalar o tirar a la basura CDs y cassettes se justifica en esta era de 0s y 1s, el contemplar mi separación con los cientos de páginas de todas las portadas que los acompañaban no es nada de fácil.

Como todo buen fanático de la música, crecí ahorrando lo que se podía para comprar esos discos que definirían una identidad musical siempre en evolución. Obsesiones que duran años, el placer de ese grupo que solo unos pocos espíritus afines reconocen, el elitismo de lo específico. Ese sentimiento de satisfacción de saber que tienes todos los discos de la banda, y que puedes nombrarlos en orden cronológico si alguién te desafía.

Pero la música no lo es todo: un disco que se precie viene con una buena carga de imágenes y arte que lo definen. No hay fanático del Rock Progresivo que se pueda olvidar de las fantásticas portadas de Roger Dean para los discos de Yes o Gentle Giant. Y si Sgt. Pepper’s Lonely Club fue un álbum legendario, su estrambótica portada grita a los cuatro vientos que la música que vas a escuchar se escribió con ayuda, y a otros, les confirmó que Paul si había muerto el ’66, y que la escena era en realidad su funeral. El arte le da una identidad visual que saltaba de la portada de un disco a sus fanáticos, y nos ayudaba a reconocernos unos a otros, sea amigos o enemigos. ¿Quién no fue o tuvo un amigo metalero, con la eterna polera de Eddie The Head?¿O tal vez del notable Ten de Pearl Jam o Nevermind de Nirvana? Nada más peligroso que tener 15 años y que un placer culpable te meta en problemas con tus amigos, tal vez un disco de Laura Pausini o tener un disco de La Ley si eras publicamente fanático de Los Tres (o si en Argentina, de Sumo en vez de Soda Stereo).

Y aunque no hay (hasta ahora) nada mejor que tener toda mi colección de música en una pequeña cajita de metal que puedo llevar a todas partes, que puedo llenar con más música comprada por internet o copiada de algún amigo, me admito melancólico y algo triste por lo que dejo detrás. Sospecho que seré como esos vejetes que hablan de cuando los tiempos eran mejores, y hablaré de los viejos buenos tiempos cuando uno tenía que esperar meses por ese disco raro, el placer de abrirlo y escucharlo por primera vez mientras devoraba el librito con la portada y traducía con torpeza las canciones.

Al final, me rendí a los tiempos y me deshice de todos mis cassettes. No tuve las tripas de deshacerme de los CDs, pero si de sus cajas. Aunque eso sí, me quedé con algunas que por historia o por mera calidad no tuve más remedio que guardar en una caja por ahí. La excusa que me dí a mi mismo es que algo habrá que mostrarle a los nietos.

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14 Comentarios »

  1. Me sentí identificado. En la Educación Media era fanático de Phil Collins… contra pleno auge de Red Hot Chili Peppers, Rage Against the Machine o Nirvana. La presión social era horrible. Creo que ahí (de)formé el carácter :/

    E increíblemente todavía conservo toda mi colección de casetes y CDs de Genesis & Co, de la que no podría pensar en deshacerme por motivos estrictamente sentimentales (cada uno tiene su historia o sus recuerdos impresos).

    Creo que el fallo de la música digital es precisamente eso: entregarnos «algo». Algo que se pueda tocar, guardar, regalar, llevar en el bolso o sencillamente mirar y evocarnos momentos. Sin embargo es la evolución forzada del progreso… nada que hacerle.

    Y… ¿cuál es el problema con que a uno le guste Laura Pausini????????…

    Francotirador — 19 de mayo de 2007 @ 4:51 pm
  2. Hola también me pasa lo mismo que ati pero sabes, yo no soy capaz de deshacerme de mis casettes, asi como mis discos ellos tienen un valor sentimental para mi debe ser porque soy mujer jajajajaja.
    Los hombres son más prácticos, jamas podría deshacerme de mi primer cassette de Pink Floyd A collection of great dance songs, por ejemplo.
    Saludos
    Carol

    Carolina — 20 de mayo de 2007 @ 12:06 am
    1. a mi tb me gusta Laura Pausini, so what?
    2. aun tengo mi colección de cassettes… y los que más valen (porque no tengo ninguno original) son las recopilaciones con canciones que grababa de la radio… cada uno fue un reflejo de su época.
    3. La verdad, son pocos los discos que traen un arte que merece ser guardada, pocos poquísimos. Creo que el valor está más en «lo original». Siendo así, me dolió muchísimo deshacerme de grandes discos que tuve que vender por apuros de dinero… Aún asi guardé los imprescindibles (sigur ros, lennon, radiohead, smashing pumpkins, etc.), nunca tan wn.
    4. Es probable que extrañemos lo material, el arte del disco, pero eso es parte de la evolución… prefiero guardar el boleto de una entrada a un recital soñado.
    Carlos — 20 de mayo de 2007 @ 12:17 am
  3. ¡Jua! Ya somos dos Pausinianos… Ruiz: in ya face!

    Francotirador — 20 de mayo de 2007 @ 3:04 am
  4. FT y Carlos: ‘tas que so sensibles. Por algo puse «tener 15 años». No aplica a ustedes, vejetes!

    Carolina: Yo tampoco me hubiera deshecho de mis discos y cassettes… excepto pagar el envió a Chile me pegaría un mordisco a la billetera que no resisto.

    Saludos.

    Carlos — 20 de mayo de 2007 @ 10:20 am
  5. Yo nunca fui de cassettes, pero si de vinilos y pienso conservarlos hasta que me muera, creo que es una autentica pena que la música pierda su rostro, hay discos con portadas impagables y la gran pena del CD es la perdida de esas fundas tan fantásticas como «The Last Waltz» ó «Physical Grafitti» de Led Zeppelin.

    Antonio G. — 20 de mayo de 2007 @ 5:03 pm
  6. es cierto que algo se pierde; pero que la nostalgia no nos cierre los ojos ante lo que se gana!!
    un saludo

    Mr. TAS — 21 de mayo de 2007 @ 4:11 am
  7. La verdad es que tanto los cassettes, CDs, vinilos y hasta los videos si me apuran, ya no son lo que son por lo que tienen dentro, sino que los guardamos por una suerte de fetichismo extraño.
    Claro, porque no guardamos esas cintas que -apostaría que muchas de ellas están arrugadas e inservibles- se escuchan fatal porque las fuéramos a escuchar. Sin ir más lejos, los archivos digitales que contienen esas mismas grandes canciones (no las de la Pausini, por cierto) suenan indudablemente mejor que muchos de esos cassettes o esos CDs rayados.

    Pero uno los conserva -y en mi caso sigo comprando CDs!- más por apego al soporte que por apego a la música. Si queremos escuchar el último disco de Panda Bear (que se los recomiendo a todo esto para exorcizar a cantantes italianas olvidables), probablemente sea más cómodo bajarlo de eMusic que buscarlo sin mayor éxito en Feria del Disco. Y probablemente se escuche mejor, y no sufriremos cuando se nos chorree el café sobre la carátula.

    Buen post. Pero yo todavía guardo bajo miles de cosas en mi closet mi caja de zapatos llena de cassettes que no he tenido el valor de botar. Menos cuando los reviso y veo tantos cassettes con compilaciones que me hicieron amar tanto la música.

    claudio — 21 de mayo de 2007 @ 10:39 pm
  8. Tirar a la basura los casette, CD’s sería eliminar todos los recuerdos que llevan impresos esas canciones -incluso las de Laura -buenos o malos, es imposible deshacernos de ellos.
    Lo malo es que se acumulan más y más y ya me está quedando chico el cajón de recuerdos, ahora aparecieron vinilos por arte de magia en mi casa y no me queda otra que guardar uno que otro -Elvis-por razones de sensatez.

    Sandra — 22 de mayo de 2007 @ 10:44 pm
  9. Antonio: Vinilos solo tuve «heredados», y la falta de repuestos para el tocadiscos en mi pueblo natal me terminó quitando las ganas para seguir escuchándolos.

    Mr Tas: Amén.

    Claudio y Sandra: De acuerdo. Son solo las cosas de la vida las que me llevarón a la matanza de cassettes :)

    Carlos — 23 de mayo de 2007 @ 11:37 am
  10. Estimado Carlos:

    Maravilloso post! Totalmente identificada con eso. El tema de los cd-s, vinilos, cassettes tiene por supuesto que ver con un tema de nostalgia y creo que si hay algo que perdemos con ellos es el rito que seguíamos para escucharlos. Con los vinilos especialmente, todo el asunto de la carátula, el forro plástico, colocarlos en el plato, la aguja, el brazo, etc. La grabación de los cassettes resultaba todo un reto y nos sentíamos verdaderos dj-s mezclando un tema con otro. Para mi es de alguna manera la conformación de mi relación con la tecnología, ahora que lo pienso.
    Miro a mi alrededor, sin embargo, y pienso en como sería mi entorno si no tuviera tantos cds acumulados por todos lados, por ejemplo, libros y aun cassettes y creo que serìa una ganancia para mi.
    Pero hablabas de las portadas. Son verdaderas obras de arte que han sido incluso motivo de ediciones especiales. Los cds las mantienen y las incrementan, hay ediciones de discos actuales que son unas verdaderas obras de arte. ¿también debemos renunciar a ellas en aras de la digitalización? ¿A dónde nos llevan estas mutaciones? Yo tambien me lo pregunto.
    Mientras tanto muchas gracias por el deleite y un gran saludos desde Caracas.

    Juliana

    Juliana — 26 de mayo de 2007 @ 12:36 pm
  11. Juliana,

    Con los vinilos (y un poco con los cassetes) había también un sentido de trascendencia: cada vez que uno los escuchaba, sabía que la vida útil disminuía un poco, y que el placer de escucharlo venía con un costo.

    Las portadas están en extinción, me temo, aunque nunca se sabe que nos traerá el futuro.

    Saludos,

    Carlos — 27 de mayo de 2007 @ 8:39 pm
  12. Buena la pagina!!! bien CArlos no sabia que cubrieses toda esa gama de temas. Estas aun en USA????

    Saludos desde kiwiland

    Enrique

    nombre — 29 de mayo de 2007 @ 3:19 am
  13. Excelente entrada. Algún debate tuve al respecto con amigos sobre la música analógica vs digital. Creo, que la analógica (vinilos, cintas, etc.) tenía un sonido más calido contra la frialdad limpia de ruidos de la digital.

    Aparte está el arte de las portadas de cintas y vinilos. Los cd´s ya son otro mundo, a medio camino entre lo actual y lo antiguo. Su arte era menos cuidado llegando incluso a sólo incluír una hojita doblada y poco más.

    Cada cassette y vinilo guarda una historia, que podemos tocar. En cambio, un mp3 no tiene nada, es demasiado frío. Queda, eso sí, el remedio de guardar las portadas digitalizadas en forma de .jpeg o similar.

    Una pena tuvieses que deshacerte de la colección, pero seguro que los recuerdos siguen en la mente. ;-)
    A mí me tocaron pocos vinilos, pero el rito de cogerlos, depositarlos cuidadosamente para no rayarlos en el plato, colocar la aguja… y… sentir la música es algo increíble. :D

    Ah! preciosa la portada de Iron Maiden, y mejor la música que contiene. xD

    corsaria — 30 de mayo de 2007 @ 2:09 pm

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