Comentario sobre el Laptop de US$100
Desde hace un par de semanas hemos tenido más noticias sobre el famoso programa Un Laptop Por Niño (ULPN), también conocido como el “Laptop de US$100″. Negroponte, el académico de MIT a cargo del proyecto, se las arregló para generar atención y con eso llegaron los críticos y los defensores. En varias bitácoras Chilenas ha habido un tira y afloja interesante sobre este tema. No he leído todo lo que se ha escrito sobre el tema, pero si leí los artículos que escribió Eduardo, que son una buena referencia para entender algunos detalles del proyecto, y el artículo de Christian, que es más bien crítico, no al concepto del proyecto como tal, pero si sobre su factibilidad y su organizador. De tanto leer sobre el tema me dieron ganas de dar, como dicen los gringos, mis dos centavos sobre el tema.
Voy a asumir que el que niños tengan acceso a un Laptop es algo bueno. Si estás usando la Internet para leer esto, probablemente eso es obvio!. Claro, siempre hay observaciones importantes, como la de Jens, en el sentido de que hay que preocuparse del usar esos recursos computacionales sabiamente, una vez que se obtienen.
Partiendo de esa base, hay que preguntarse entonces si el proyecto del Media Lab es la forma correcta de enfrentar el tema (un ejercicio mental, nada más, porque no hay otros candidatos a hacerse cargo del tema, que yo sepa), y si no, hasta que punto los argumentos de los críticos tienen peso.
Eduardo y Christian han mezclado distintos tipos de argumentos en su defensa o críticas al proyecto. Lo que no es malo, pero me gustaría separar las aguas. Hay, en primer lugar, un argumento de autoridad, es decir, que tal o cúal dijo que el proyecto es fantástico o que apesta. Sobre eso no voy a comentar mucho, porque es un tema de nunca acabar: hay gente que técnicamente parece -al menos a mí- ser muy calificada que están muy entusiasmados y otros que tienen fuertes reservas con el tema. Podemos tirarnos nombres de expertos todo el día sin llegar al fondo del asunto.
El segundo tipo de argumento tiene que ver con la factibilidad técnica. Algo de razón tiene Christian cuando dijo por ahí que el Laptop de 100 Dólares (LT100) no es muy distinto de lo que uno se podría haber imaginado conversando con los amigos. En mi opinión esa es una gran ventaja del proyecto, porque significa que el salto tecnológico requerido para hacer el LT100 una realidad es importante, pero no imposible.
Y Negroponte hace un argumento relevante: Laptops hoy en día están llenos de funciones y recursos redundantes y por lo tanto el minimalismo al que apunta al proyecto es sin duda excelente. Al mismo tiempo, muchos de los desafíos de construir un LT100, como miniaturización, enfriamiento, almacenaje, disminución del uso del baterías etc, son los mismos que tiene Apple al fabricar iPods, Kodak al contruir cámaras digitales, etc. etc. Para la gran mayoría de los componentes del LT100 existen tecnologías presentes, y el problema es uno de optimización. Para otros, la solución es menos obvia: uno de los aspectos más interesantes y fundamentales del LT100 es la capacidad de crear una red de malla en que cada Laptop es un nodo. Como esa si es una tecnología en pañales, habrá que ver si se puede desarrollar esa tecnología en tan corto tiempo.
Tengo pocas dudas de que dada la motivación del equipo del Media Lab (y con suficiente respaldo), los problemas técnicos pueden ser superados, y esto es porque la única razón por la estos problemas existen en primer lugar es que había poca motivación en los intereses comerciales y los sesudos tecnológicos para resolverlos (¿quién tiene “manivela resistente” en la mente cuando se compra un laptop?).
El tercer argumento tiene que ver con la distribución, en el hipotético en que los LT100 estén construídos. Este ya no es un problema tecnológico, sino de políticas públicas, y plantea preguntas interesantes, tales como evitar el robo de los equipos, cuál es la mejor forma de pago, etc. No tengo respuestas a esas interrogantes, pero creo que involucrar a expertos en esos temas (se me viene a la mente la UNICEF) puede ser muy útil para asegurarse que los recursos entregados a los niños no se malgasten. Pero ese tampoco es un desafío nuevo, y por otro lado, el mejorar el acceso a la tecnología a gente de escasos recursos puede tener sus riesgos al crear mercados negros y otros problemas, pero sin duda habrá que considerar la alternativa de no hacerlo, que es mucho, mucho peor en el largo plazo.
El argumento final tiene que ver con el mismo Negroponte. Se le acusa de muchas cosas, entre las cuáles el de ser mal futurólogo: Christian tenía un link a un artículo muy gracioso en que Negroponte predecía que nuestros niños iban a aprender francés usando sus barbies… el 2005. Y podrá ser verdad (no conozco a ningún futurólogo decente), pero futurología es a lo que nos estamos dedicando los que comentamos sobre el proyecto, no aquéllos trabajando en el. En todo caso, reconozco públicamente que todo lo que sé sobre Negroponte lo he leído en artículos bastante superficiales, así que lo he juzgado no por su historia, sino por las ideas que ha dado para este proyecto, que me han parecido prácticamente todas excelentes y aterrizadas.
En resumen, nada de lo que he leído me hace pensar que el proyecto debería ser abandonado en esta etapa. Y si no debe ser abandonado, el sentido común me dice que lo que esta haciendo Negroponte es razonable: atacar el problema desde todos los frentes que deben converger para el éxito, es decir, el compromiso de los países con capacidad de compra, el garantizar que el proyecto siga en las noticias, y el propagar a los cuatro vientos los desafíos técnicos que aun quedan por superar.
Si estuvieramos en los años sesenta, y hablando de la carrera a la Luna en vez de ULPN, este momento sería más o menos 1965. Kennedy ya había apostado la reputación tecnológica de su país en una carrera contra el reloj y muy cuesta arriba, las discusiones estaban llenas de adivinanzas e incertidumbre, y nadie podía decir por seguro que el éxito estaba a cuatro años de distancia. Por suerte para nosotros, esta carrera por el LT100 es más corta, y el fin, a su manera, puede ser más noble.